viernes, 3 de junio de 2016

Los extraordinarios Planetas Oculares podrían ser Habitables.

Descubrir un Mundo nuevo debe ser una experiencia inolvidable. Ser el primer ser humano que observa un planeta desconocido es todo un privilegio. No es de extrañar que el descubridor de planetas Mikko Tuomi, sobre el que hemos escrito ya, se exprese así:

“Cristóbal Colón descubrió un continente, yo descubro Mundos.” (Fuente: @mustapipa)

La búsqueda de nuevos Mundos es adentrarse en lo desconocido y misterioso, es buscar sin saber qué se va a encontrar. Es un juego en el que hay que tener cuidado porque nuestras ideas preconcebidas pueden ser incorrectas.

Y puede haber sorpresas.

Continuamos con una nueva entrada en la serie dedicada a la revisión de los “Ecosistemas de la Galaxia”, iniciada con los “Gemelos de la Tierra”.

Si los “Gemelos de la Tierra” son el ecosistema obvio porque es el tipo de ecosistema en el que vivimos, puede no ser el más habitual. De hecho, los modelos teóricos arrojan un resultado sorprendente: el ecosistema más abundante en la Vía Láctea, con mucho, son los “Planetas Oculares” (Eyeball planets).

¡Esto sí que es toda una sorpresa!. Muchos esperarían que lo normal sería que los planetas habitables, en general, fuesen como la Tierra, pero no parece ser así. Quizá debamos revisar nuestros prejuicios (o nuestros modelos teóricos).

Hay un hecho cierto, las enanas rojas, las estrellas más pequeñas de la secuencia principal, son de largo las más abundantes. Ahora bien, a un planeta que orbite en la Zona Habitable de una enana roja le ocurre que a menudo presenta siempre la misma cara a su estrella, de la misma manera que la Luna presenta siempre la misma cara a la Tierra. Acoplamiento de Marea lo llaman.


La cara iluminada es un desierto desolador, la cara oculta continuamente a oscuras está eternamente cubierta de hielos. Pero entremedias puede haber zonas templadas, húmedas y habitables. (Fuente: Beau. The Consortium.)

Habría, por tanto, una cara continuamente iluminada (a menudo un desierto abrasador), y una cara oculta que nunca vería la luz, cubierta eternamente de hielo... ¿Puede un planeta así ser habitable? Pues parece que sí, en la zona entre la noche eterna y el día eterno (el terminador) puede haber una temperatura razonable. Además el casquete de hielo del lado oscuro puede retener agua por debajo, un poco como ocurre en el Polo Sur, que proporcionaría agua líquida a la porción de temperaturas templadas. Siguiendo la zona que pasa de la noche al día habría un anillo rodeando al planeta de temperaturas templadas y mares de agua.


El agua bajo el hielo glaciar del lado oscuro inunda la estrecha franja habitable. (Fuente: Jérémy Leconte 2013)

Lo que acabamos de describir es un “Planeta Ocular Caliente”, a menudo situado por dentro de la Zona Habitable convencional (Kopparapu 2014), pero también están los “Planetas Oculares Fríos”, por fuera de esta Zona Habitable clásica. En principio, estos planetas fríos son menos probables porque a distancias largas no es tan habitual que los efectos de marea hagan que el planeta presente siempre la misma cara a su estrella. Estos serían una enorme bola de hielo, con una excepción: en la zona donde los rayos caen perpendicularmente, es decir, en el eterno mediodía, el agua podría permanecer líquida y habría un pequeño lago. El problema de estos planetas fríos es que parecen ser inestables, si el lago se congela es difícil que vuelva a fundirse, de ahí que no reciban tanta atención. Cosas del albedo.



Entre los estudios publicados en esta materia destacan los de Jérémy Leconte (2013a, 2013b 2015) que analizó la influencia de la rotación en la habitabilidad desde una visión muy amplia. Leconte ha estudiado tanto los Planetas Oculares que presentan la misma cara a su estrella (llamados también planetas sincrónicos, con acoplamiento de marea o bloqueados por efecto marea) como los que tienen un periodo de rotación algo diferente, mostrando que en la zona demasiado cálida del sistema planetario pueden desarrollarse dos tipos de sistemas climáticos. Uno es el inhabitable “Efecto Invernadero Descontrolado”, como el de Venus; el otro es una familia de climas al que pertenecen los “Planetas Oculares” que pueden mantener mares de agua en determinadas condiciones.


Leconte cuestionó el Límite Interno de la Zona Habitable clásica y puso de manifiesto que Gliese 581 c y HD85512 b (considerados tradicionalmente demasiado calientes, por estar en el interior de la Zona Habitable clásica) podían acumular una cantidad significativa de agua líquida en su superficie. Su habitabilidad, según Leconte, no debería descartarse totalmente.

Yang en 2013 y 2014 también mostró que los planetas oculares podían tener posibilidades de habitabilidad, poniendo no solo el acento en la relación entre la rotación y la habitabilidad sino también en la formación de nubes. En principio las nubes, si se acumulaban en la zona del eterno mediodía, la de mayor insolación, podían beneficiar la habitabilidad por el aumento del albedo.  Estos artículos animaron en 2016 a Kopparapu, el creador de la Zona Habitable clásica, a ampliarla (en colaboración con Yang) considerando las posibilidades de los “Planetas Oculares”.


El astrónomo Sean Raymond tiene estupendas entradas sobre este tema:

En la Enciclopedia Ficticia "El Brazo de Orion" puede verse el planeta imaginario "Yanqui", un Planeta Ocular frío, que realmente tiene forma de Globo Ocular, de ahí el nombre de estos planetas.
http://www.orionsarm.com/eg-article/4f1569e126d8c


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